Un día como hoy, hace 8 años, se celebraba en el Centro de Convenciones Atlapa la graduación de la promoción MD-36 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. En estos 8 años hemos tomado rumbos divergentes y no hemos vuelto a ver muchos de nuestros compañeros. Algunos aún seguimos en contacto, algunos cuando nos vemos, aún después de mucho, hablamos como si hubiera sido ayer la última vez que nos vimos.
Estos 8 años han sido testigos de mucho pero quizás el acontacimiento de salud pública más importante hasta este momento ha sido la pandemia de COVID-19. En fin, la dedicación, entrega y empeño que pone cada uno con sus pacientes nos hace dignos del compromiso que adquirimos aquel 1 de septiembre de 2012 cuando recitamos la Declaración de Ginebra de 1948.
En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica:
Asamblea General de la Asociación Médica Mundial en Ginebra, Suiza (1948)
– Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad.
– Otorgar a mis maestros el respeto y la gratitud que merecen.
– Ejercer mi profesión a conciencia y dignamente.
– Velar ante todo por la salud de mi paciente.
– Guardar y respetar los secretos confiados a mí, incluso después del fallecimiento del paciente.
– Mantener, por todos los medios a mi alcance, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.
– Considerar como hermanas y hermanos a mis colegas.
– No permitiré que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente.
– Velar con el máximo respeto por la vida humana.
– No emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas, incluso bajo amenaza.
– Hago estas promesas solemne y libremente, bajo mi palabra de honor
Hoy dedico esta entrada a mis compañeros para continuar deseando éxito a todos y que siempre nos acompañe la salud en nuestras vidas.
@linkmoises
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